“Ahí quedó aquello por unos días, hasta que mamá volvió a hacerme preguntas atemorizadas sobre la recuperación, los morados, los puntos...Entonces, se me ocurrió decirle:
“¿Quieres que te opere yo?”
La reacción fue negativa. “No, prefiero que no seas tú”, respondió ella.
“Si pasara algo, no querría que te quedara a ti en la conciencia”.
Esa no fue la última palabra. Pasó el tiempo sin que se hablara de la operación más que esporádicamente, cuando Aida Suárez hacía alguna que otra pregunta... y se batía en retirada. Finalmente, después de mucho estira y encoge: “...me llamó para decirme que había decidido operarse todo una vez conmigo”, recuerda el Dr. Suárez-Menéndez. “Le repetí que si tenía la menor duda, yo prefería que el cirujano fuera otro. Pero esta vez sí estaba decidida. Lo preparamos todo, la operé un miércoles, y la cirugía de párpados, cara y cuello duró unas cuatro horas y media”.
PARA EXPRESAR CARIÑO ¡NO HAY COMO UN BISTURI!
Ser el cirujano de la propia madre puede parecer una experiencia, cuando menos, chocante; pero es evidente que los cirujanos tienen una mentalidad distinta a los demás.
“Lo cierto es que tenía muchas ganas de ser yo quien la operara”, dice el doctor. “ En primer lugar, porque me sentía muy seguro de mí mismo, pero también porque quería tener ese orgullo. Con la edad que tengo, 31 años, siempre he estado soltero, muy apegado a la familia, y mis padres me han visto crecer, desarrollarme en lo social, en lo económico, en los estudios, así que quería demostrarles mi agradecimiento por haberme soportado tantos años. Hacerle ese agradecimiento evidente a mi madre, darle una prueba tan visible del mismo, era para mí lo máximo a que podía aspirar. Ya que ella estaba tan orgullosa de mis estudios y de mi título, qué más podía yo pedir que enseñarle físicamente, en su propia persona, el resultado de su paciencia y esfuerzos. Para mí, operarla ha sido como para un atleta ganar una medalla de oro en las olimpíadas.
“Además, desde el punto de vista médico, por la configuración de su cara, por sus huesos, consideraba a mi madre una excelente candidata para la cirugía que iba a hacerle. Hay gente que queda más bonita que otra después de la plástica. Todo depende de cómo haya sido la paciente de joven. Si fue bonita, al pasar los años y recurrir a la cirugía, pues sigue siendo bonita. La belleza del resultado depende de la estructura ósea de cada cual. En el caso de mi madre es evidentemente de primera.”
TECNICAMENTE ¡ES FACIL REJUVENECER UN ROSTRO!
El estiramineto de la car, con arreglo de párpados y cuello, es bien común. A todo el mundo le llega el momento en que lo necesita y, claro, los cirujanos plásticos hacen esas reparaciones constantemente. La operación de la Sra. De Suárez fue, para su hijo, sencilla y sin complicaciones.
“Preferí operar en un centro clínico privado en lugar de un hospital”, dice el doctor. “La noche anterior le di a mi madre dos pastillas para dormir, fuertes. Aún estaba atontada cuando la llevé al centro donde la operaría poco después. Una hora antes de la cirugía, comenzamos a prepararla con inyecciones narcóticas y antihistamínicas. Le pusimos un suero, poca cantidad, para mantener abierta la via intravenosa y usarla luego para suministrarle Valium. En total, 15 mg en dosis pequeñas de 2 a 3 mg, según yo lo creía conveniente.
“La anestesia local fueron inyecciones de Xilocaína con Epinefrina. Esta solución de anestésico y vasoconstrictor permite operar sin dolor y reduce el sangramiento. Mientras duraba la operación, yo le iba preguntando a mamá si sentía algo y según lo que dijera, le daba –o no– más anestesia. Ella me oía, contestaba, y seguía durmiendo a pierna suelta.
“El primer paso fue dibujar, con azul de metileno, los cortes necesarios en los párpados. Marqué los excesos de piel alrededor del ojo derecho, yluego izquierdo, para poder comparar y que quedaran simétricos. Sin embargo, debo aclarar que siempre hay que quitar de uno más que del otro. Uan vez seguro...”
Los detalles de la operación no son necesarios. Duro cuatro horas y media, y todo salio a pedir de boca.
LA DEVELACION DE LA OBRA DE ARTE
“Cuando terminé, mi madre durmió un par de horas”, sigue contando el Dr. Suárez-Menéndez, “La llevé a casa y le insistí mucho para que descansara en cama –inclinada 30°– sin hacer nada, con compresas frías en los ojos y tomando solamente líquidos.
“Durante la primera semana trato siempre de que mis pacientes no mastiquen apenas, ni se rían, ni hagan ningún movimineto facial. Y en las primeras 48 horas –al cabo de las cuales se quitan los drenajes de atrás de las orejas y dejan de usarse las compresas– prefiero que ni se muevan. Pero a los cinco días, ¡Fuera van los puntos de los ojos! Entre el quinto y el séptimo, les toca a los del frente de la cara. En el cuello, se quitan los puntos de la piel a la semana, y la sutura subcuticular (que va por dentro de la herida), a los diez días. Después de retirados los puntos de la cara, pueden lavarse la cabeza. A los diez o catorce días, depende de como cicatricen, se quitan los puntos del cuero cabelludo y de atrás de las orejas.
“El tiempo que duren los morados depende de las características de cada paciente. Si se trata de alguien a quien se le forman con facilidad y le duran mucho... así será después de la operación. En el caso contrario, desaparecen antes. A mi madre no se le veían a los diez días.
“Ella salió sola a la calle –con los ojos maquillados–, una semana después de operada. A los quince días salimos en familia a festejar con una cena. Tomó vino, comió y masticó sin problema. Estaba feliz.
“Claro, la primera reacción de mamá cuando se vio en el espejo fue de espanto. Estaba muy inflamada y, según ella, era un monstruo. Pero día a día la inflamación fue disminuyendo, y a la semana ya estaba contenta porque decía que nunca se le habían visto tan grandes los ojos.
“Uno delas cambios más llamativos, favorecedores, y que más satisfechos nos tienen, a ella y a mí, es el del cuello. Antes lo tenía fláccido, ¡y ahora lo tiene de quince!”
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